como el silencio.
Como el francotirador
sobre la torre
construida
en mitad
del desembarco.
Sin nada a lo que disparar
salvo a las crestas.
Así me hallo,
apuntando a los delfines.
Cada cosa que se mueve
podría ser tu camuflaje.
Ahora que el mar no ruge
y es sólo papel de aluminio
liaré en él mis sobras
hasta caducarme.
O aún peor, quizá nunca
emitas tus balidos de sirena;
menos mal que conservo
el cráneo por si me estorbo.
Si todo converge en esta nada,
por qué son siete los puntos
cardinales
y qué diablos hace este compás
dibujando rectas infinitas.
Salgo en tu busca.
Ningún mapa
como el vacío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario