martes, 6 de octubre de 2009

Poética deforestación


Siento curiosidad por la forma
que abarcarán nuestros mitos,
insaciado como ando de leyendas,
qué perdurará de tanto bosque trasquilado.

Si todo es un tumulto de poetas
que muerden con sus dientes las cortezas
a sabiendas del castillo derrumbado,
qué árboles no perciben en sus fosas.

Si cabalgan descontentos por el llano
cargando el corcho de inmundas sinestesias,
a qué destinan la carga de tanto papel,
a qué infundan tan febril encomienda.

Si casi todo es mierda y se juntan
en amplios remolques de agonía
y le ponen de título: antología,
y se llaman representantes del estiércol.

Qué hedor aplaudir en sus recitales
y qué saborear de los cristales,
si de la palabra hacen pañuelos
de los que las ratas se desprenden.

Y sin cantan verde su planeta,
con qué mania lo desfiguran,
que diría el caminante
de pisadas usurpado.

Yo les digo que guarden sus heces
para la lombriz del árbol cachicuerno
y se despidan del fanático leñador
hasta que, ¡milagro!, les llegue el talento.

Y el que esté libre de hojas
que tire el primer verso.

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