miércoles, 28 de octubre de 2009

Tertulia de Poekas de Octubre

El poder de convocatoria del grupo Poekas crece y eso que ayer se notaron muchas ausencias. La primera, la de nuestra coordinadora Elena Moratalla cuyo papel fue representado por Martín Lozano quien no leyó un poema propio durante el encuentro pero sí recitó de memoria El niño yuntero de Miguel Hernández, como aperitivo ante el gran homenaje que se irá preparando en torno a su figura para el año próximo. Nos avisó de que no nos preocupáramos si se emocionaba en su lectura, la verdad es que pasó el trago con valentía y los emocionados fuimos nosotros. Se nota cuando un poema se recita de memoria, la palabra cobra fuerza porque está bien montada y no hay escapatoria para el tono que está grabado de antemano. Así lo demostró también el gran Batania quien triunfó compartiendo el grandísimo poema dedicado a su musa Iratxe. El muy Neorrabioso lo tenía perforado en la mente y lo iba dejando caer poco a poco mientras recorría uno a uno los rostros que disfrutábamos de cada verso. Me fijé en la manera con que cada uno lo recibía. Despertó muchas sonrisas en los participantes y su celebración de los defectos fue bien recibida con un fuerte aplauso. Su presencia hizo que la tertulia fuera mucho más interactiva ya que es un tipo muy sincero que sabe cómo decir las cosas. Tuvo el detalle de regalarme el cuaderno que ronda por ahí con sus versos y algunas de sus pintadas. Me encantó el regalo; éste y su camiseta. Joder, este tío es un crack. Eso es lo que pensaba mientras recitaba, porque al Neorrabioso se le lee y uno alucina pero es que se le oye recitar lo suyo propio y ya es para decir apaga y vámonos. Se lo toma en serio de verdad y su silueta parece recorrida por un aura de inspiración que muchos quisiéramos. Es un lujo tenerlo cerca, siempre se aprende y a eso es a lo que vamos la mayoría; y es que el tío abarca tanto y a tantos que luego pues no me extraña que multitud de miraquelindos salgan a manifestarse contra él aunque sean más los que gritarían apoyándole. Lo sé a pesar de que provocara el enfado irónico de Martín Lozano por no avisarle del partido entre poetas o de que tachara de mariconada un verso de un gran poema que compartió Verónica Gil. Vi la complicidad que comparten ambos y yo, que los admiro a los dos, y a muchos otros del grupo, me sentí bien arropado lo que duró el encuentro.

Por cortesía empezaron leyendo tres visitantes que acudían por primera vez a Vallekas a compartir esta pasión por las letras. Un hombre llevó a su hacha y a su voz consigo: una mujer que leía por él y le corregía los versos ante un problema que tiene en la visión. Luego ella leyó un poema muy bueno pero claro, tampoco voy ahora a decir punto por punto todo lo que pasó. La cosa es que fue un detalle que se molestaran en acudir y se les trató bien, se les dio opinión pues así requirieron y mostraron que la poesía existe sin ojos y que los versos retumban igual aunque sea otra voz la que los incorpore en sus cuerdas. Continuó una tal Rosa que tenía publicado un poemario, vino con su madre; era una mujer seria y poco participativa que leía con desidia sus poemas, quizá por timidez, con mucha prisa y la verdad es que no me gustaron mucho porque dejé de oírlos cuando no encontré el ritmo por ninguna parte, se trataban más bien de apuntes de anécdotas y sólo disfruté cuando percibí la emoción en los ojos de la madre sentada en silencio cerca de ella. Siguió Batania cuyo protagonismo en esta crónica creo que ya ha sido tildado lo suficiente así que pasaré el turno a Cristina Santa Ana quien volvió a contarnos sus entrañables anécdotas con nombre de color. Martín dio paso a Sebastián Galán que recitó un poema sin título sobre la negación del poeta a morir. Alberto Yago sorprendió con una poesía perfectamente hilvanada, tan elíptica que estuve a punto de quitarme mi camiseta allí mismo para dársela. Yo, que lo conozco de unos meses, noté un gran salto en su verso y así se lo hicieron saber. Un hombre cuyo nombre desconozco leyó un poema dedicado a la minusvalía y dejó bien claro con ello que es triste e inevitable adolecer de una minusvalía física pero que es aún peor la tetraplegia que afecta al corazón. A continuación Rigo y su chica, ambos coordinadores de la casa de inmigrantes de Vallekas, ecuatoriana ella, cubano él, mostraron su procedencia en la pronunciación; mi mala memoria me impide recordar completo un verso sobre cuervos que me impactó de la joven y disfruté mucho de la lucha que exhalaba el poema sobre el maíz que Rigo compartió y que formará parte de Palabras Trashumantes, un acto que pronto se celebrará y que parte de la idea de una poesía comprometida y que se aleja de los cañones para disparar a las conciencias. Le tocó a Verónica Gil y agradecí tenerla cerca, la pequeña voz de la benjamina del grupo se aleja del trueno aunque crujan sus efectos; leyó un poema que ha preparado como presentación para unos amigos suyos que tienen un grupo de música. Fue estupendo, incluso el verso mariconada que el Neorrabioso tuvo el detalle de desprestigiar, pero lo hizo medio de coña. Como no pudieron escucharla bien la hicieron levantarse y leerlo de nuevo; así que el impacto fue doble. Me gustó. Miguel Pastrana, que llegó tarde, siguió en la línea de su Lisboa y compartió un poema que le inspiró una ciudad amurallada según nos dijo. Me gustó la arquitectura antigua de sus palabras, el modo en que sus pies y manos acompañan el ritmo que me invita a viajar al medievo donde todo es roca y las siluetas de los palacios tienen andares de mujer. Luego llegó mi turno y supongo que gustó mi Poesía Métrica y mi Manifiesto, así me lo hicieron saber los dos Albertos.

Luego llegó la larga marcha, la intención o no de la cerveza; siempre me cuesta la despedida pero qué más da si el encuentro ha sido tan grande. Martín me agarró a la salida y me dijo que soy el padre del blog de Poetas en el Aire, pues les di la idea para que publicaran las entrevistas. Luego Sebastián Galán me preguntó sobre el modo de poner la reproducción también además de la posibilidad de descarga, y hemos quedado un día de estos para guiarlo en el difícil camino de la informática. Con Verónica y Batania quedamos en visitar mi exposición que en unos días colgaré en el mismo Centro Paco Rabal; después del tiempo que le estoy dedicando a la preparación de la misma espero que les guste.

El Xantia que me intentaron robar hacía justo una semana llegó sin problemas a Las Musas. Entré a casa y mi compañero me preguntó que qué tal. Le dije que creo que he ganado dos días de vida y se lo dije yo, que tanta mezcla de destrozo y terapia me corroe este entusiasmo.

Me encantan los últimos martes de mes.

1 comentario:

Elena Moratalla dijo...

Pedro, un gusto leer esta crónica de una sesión de Tertulia PoeKas, cuando estaba iniciándose. Por impulsos como el tuyo ha llegado a ser una tertulia veterana, con solera, pero que no olvida las buenas intenciones de sus primeros participantes, de los/las que siempre esperamos su regreso. Un abrazo grande,